La maldición del “Pingüimático”

En la segunda mitad de los años 90, yo trabajaba en el diario Ovaciones. El cajero general era un individuo de mal talante y pocos amigos, cuyo nombre no recuerdo—si lo llegué a saber—a quien apodaban “El Pingüino”.

Como cualquiera en esa posición, “El Pingüino” era un individuo controvertido, por decir lo menos, en constante fricción con todo el personal.

Un buen día, el entonces dueño de la empresa, Alejandro “El Güero” Burillo Azcárraga, salió de compras y adquirió el Grupo Financiero Ixe.

Todos los trabajadores del diario recibimos, sin solicitarla, una tarjeta de nómina de Ixe y un cajero automático apareció de la noche a la mañana en las instalaciones del periódico, donde recibió el sobrenombre del “Pingüimático”.

Aunque irritado por el apodo, “El Pingüino” de carne y hueso en principio disfrutó la presencia del aparato, porque “lo relevó de tareas repetitivas y pesadas que le quitaban tiempo” e incluso alentaba a los compañeros a que lo usaran, en lugar de tratar con él, porque “tenía cosas más importantes que hacer”.

Al poco tiempo, “El Pingüino” fue relegado hasta que lo despidieron, tras ocupar la posición por más de 30 años.

Esta breve historia resume lo que ocurre hoy con la Inteligencia Artificial generativa, tecnología tan de moda, que podría decirse forma parte del catálogo básico del esnobista profesional.

Sus promotores son los gigantes de la tecnología y un montón de apóstoles que creen ciegamente en sus ventajas, quienes argumentan que la IA “releva a los trabajadores de tareas repetitivas y pesadas que les quitan tiempo y los liberan para hacer cosas más importantes”.

Este grupo es grande y ha adoptado la frase hecha para responder a quien se preocupa por el futuro del trabajo: “No. La IA no le va a quitar el trabajo a nadie. Se lo va a quitar sólo a quien no sepa usar la IA”….como si hubiera diferencia.

Pero los entusiastas se basan en datos, que producen los propios gigantes de la industria. Por ejemplo, la consultora Pricewhaterhouse Cooper presentó el “Barómetro de la IA en el mundo laboral 2025” donde señala que en México esta tecnología “está redefiniendo el panorama laboral” para bien, pues las ofertas de trabajo que requieren habilidades en IA, mantuvieron una tasa compuesta anual de crecimiento de 33.6 por ciento entre 2021 y 2024.

El estudio a nivel global incluye el análisis de casi mil millones de ofertas de empleo y miles de reportes financieros de empresas en 23 países, entre ellos México, donde se analizaron 18 millones 258 mil 437 ofertas de empleo.

En los sectores más expuestos a la IA, como tecnología, los ingresos por empleado crecieron 27 por ciento, en tanto en aquellos menos expuestos, el aumento fue de 9 por ciento, mientras la disponibilidad de empleos creció 38 por ciento en los puestos más expuestos.

Entre 2019 y 2024, el número de puestos de trabajo está creciendo en todas las industrias analizadas, aunque los puestos mejorados o transformados por esta tecnología generalmente crecen más rápido.

Eso dicen los optimistas.

Y así como “El Pingüino” de carne y hueso alentó en principio a sus compañeros a usar el “Pingüimático” sin saber que ésa sería su perdición laboral, los entusiastas de la IA generativa la están usando en su trabajo, incluso sin decirle a sus jefes.

Ese fenómeno se llama “IA en las sombras” y según el informe CX Trends 2025 de Zendesk, creció 250 por ciento en el último año. El documento es resultado de dos encuestas levantadas durante 2024 en 22 países del mundo, incluyendo México, con 5 mil 082 consumidores y 5 mil 504 representantes de empresas.

La tendencia de la “IA en las sombras” abarca todos los sectores. Al comparar la medición de 2024 con la de 2025, en servicios médicos creció 230 por ciento; en comercio minorista 169 por ciento; servicios financieros 250 por ciento; viajes y hotelería 180 por ciento; y manufactura 233 por ciento.

Los trabajadores lo hacen porque asumen que les ayuda a elevar su productividad y “les libera de actividades repetitivas para dedicar su tiempo a labores más importantes”, tal como creyó el ingenuo “Pingüino”.

Pero veamos lo que la tecnología puede hacer:

Google tiene una Inteligencia Artificial que se llama Gemini, disponible en todos los teléfonos “inteligentes” del mundo.

Esta herramienta tiene una función que permite a los turistas tomar una foto de un edificio, escultura, pintura, platillo o paisaje que tengan frente a sí en cualquier parte del mundo y el aparato le platicará todos los detalles de lo que tiene “enfente”.

También tiene Gemini Live, que permite preguntar detalles sobre lugares, hechos históricos y curiosidades de un lugar o cosa “en lenguaje natural” (como si hubiera uno artificial) y Gemini Deep Research, herramienta a la que se le puede encargar que haga trabajos más completos incluso de grado académico, sobre lugares, sin que el usuario tenga que aportar absolutamente nada.

Además, con Gemini se puede planear completamente todo el viaje. Es decir, los agentes de viajes y los guías de turistas terminarán como el “Pingüino”: sin trabajo después de años de especializarse.

Microsoft tiene a Copilot, herramienta que también puede planear viajes, al grado de decirle a la persona dónde comer en cualquier destino del mundo, en perjuicio, otra vez, de los agentes de viajes y guías de turistas.

Peor aún, algunas versiones de Copilot están entrenadas para hacer todo el trabajo de los contadores y directores financieros de las empresas, incluyendo proyecciones económicas y análisis financieros complejos, “para liberar a los equipos para dedicarse a otras tareas que también requieran su atención”.

Es tan poderosa la IA, que puede organizar presupuestos, proyectar flujos de efectivo y entregar reportes precisos, cumplir obligaciones tributarias y hacer cálculos monumentales en cuestión de segundos y sin error.

Por si eso fuera poco, actualmente la Ley Nacional para Eliminar Trámites Burocráticos recién promulgada, promete, como su nombre lo indica, eliminar gran cantidad de trámites, detrás de los cuales hay miles de burócratas en todo el país, que se quedarán sin trabajo.

Y así podemos citar ejemplos en educación, salud, alimentación, tecnología, administración, trabajos de oficina (la secretaría es una figura hoy casi inexistente), mercadotecnia y un etcétera inimaginable, que al cabo de poco tiempo nos puede convertir en una sociedad llena de pingüinos.

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