CUANDO LA JUVENTUD SE VA: UNA MIRADA TANATOLÓGICA A LA PERDIDA DE FUERZA FÍSICA

Cuando el cuerpo cambia, también lo hace nuestra identidad

Nombrar la pérdida

La tanatología estudia el duelo, pero no solo cuando muere alguien, sino también cuando perdemos algo valioso en la vida. Entre esas pérdidas está la juventud y la fuerza física. Muchas veces no se habla de este duelo porque “todos envejecemos”, pero para quien lo vive puede ser un golpe duro: ya no reconocerse en el espejo, cansarse más rápido o sentir que los demás lo ven “menos útil”.

Perder la juventud es más que perder músculo: es perder una imagen de uno mismo. Y esa herida merece ser reconocida.

El cuerpo cambia, la mente lo resiente

Con el tiempo aparecen transformaciones naturales: menos resistencia, más dolores, cambios en la piel o el cabello. Estos ajustes físicos afectan la autoestima y pueden traer tristeza o frustración.

La cultura actual, que idolatra lo joven y lo productivo, agrava el malestar: parece que envejecer es perder valor. Pero en realidad, lo que cambia es la forma en que nos relacionamos con el mundo.

En tanatología decimos que no solo se pierde fuerza, también se pierde un yo anterior. Y como todo duelo, eso requiere tiempo y acompañamiento.

¿Cuándo preocuparse?

Es normal sentir nostalgia o enojo por los cambios del cuerpo. Pero si la tristeza se vuelve muy intensa y no permite disfrutar la vida, si hay aislamiento, apatía o desesperanza, es importante buscar ayuda psicológica o médica. El duelo se procesa mejor acompañado.

Caminos para enfrentar la pérdida

No existe una receta única, pero hay recursos sencillos y efectivos:

  1. Aceptar y poner en palabras. Reconocer: “mi cuerpo ya no es el de antes, y me duele”. Nombrar la pérdida la valida y evita cargarla en silencio.

  2. Hacer un inventario personal. Anotar lo que ya no se puede hacer (correr igual de rápido, trasnochar sin consecuencias) y lo que sí (caminar, disfrutar una buena charla, enseñar a otros). El contraste ayuda a valorar lo que permanece.

  3. Buscar sentido más allá del cuerpo. Muchas personas descubren que el valor no está en la apariencia ni en la fuerza, sino en la experiencia, en los vínculos o en nuevos proyectos. Esa es la esencia de las llamadas terapias de sentido: no negar la pérdida, sino construir otra manera de vivir con significado.

  4. Rituales simbólicos. Escribir una carta de despedida al “yo joven” y otra de bienvenida al “yo actual” ayuda a cerrar un ciclo y abrir otro. Los rituales son una forma sencilla de sanar lo invisible.

  5. Cuidar el cuerpo presente. Ejercicio moderado, alimentación adecuada y buen descanso son aliados no para “ser joven otra vez”, sino para disfrutar mejor la etapa actual. Incluso pequeños logros —subir escaleras sin cansarse, cargar una bolsa sin ayuda— refuerzan la autoestima.

  6. Romper con el edadismo. No permitir que la sociedad dicte que el valor personal depende de la juventud. Cada edad tiene su belleza y su fuerza particular.

Una nueva mirada

Perder la juventud no es fracasar: es transicionar. La tarea tanatológica es reconstruir la historia personal: pasar de “mi valor era mi fuerza” a “mi valor está en lo que soy y en lo que sigo aportando”.

La vida no se apaga con los cambios del cuerpo, se transforma. El reto es contar una nueva historia de uno mismo, más amplia y profunda.

Para cerrar

Aceptar que la juventud se va no significa resignarse, sino abrir un nuevo capítulo. En tanatología, este duelo se entiende como una oportunidad para crecer: despedirse de un yo pasado y abrazar el presente con dignidad, cuidado y sentido.

Si este texto te dejó una pregunta incómoda, quizá sea la correcta: ¿de qué maneras sigo buscando validación en modelos de juventud que ya no me representan? Responderla con rigor y ternura—con palabra, ritual y práctica—es ya un acto tanatológico.

Comparte:

Más:

Septiembre en La Plaza: música, memoria y sentidos

Te proponemos un pacto sencillo: leer con el cuerpo entero, comentar con respeto y compartir con generosidad. Si una idea te inquieta, si un verso te acompaña, si una historia te enciende, cuéntaselo a alguien. Así crece esta comunidad.

Drácula: A Love Tale de Luc Besson

Después de asistir al estreno, me sorprendieron las múltiples críticas.No entiendo mucho de ellas: se hacen, en su mayoría, desde un pedestal ─y esto va para el resto de las

TODAS SOMOS CASTELLANAS

Rosario Castellanos (1925-1974), es una enorme poeta. Todas deberíamos llevar sus poemas ocultos en nuestros bolsillos y leerlos de vez en cuando.

PERROS DE DIAMANTE

El joven autor cuenta la historia de los Diemond Dogs, una ficticia banda mexicana de rock que con su maleable estilo (a veces punk, otras experimental, en ocasiones rock puro) asaltó la escena internacional para convertirse en uno de los grupos más exitosos entre los años 1982-1995.

Inscríbete a nuestro boletín