Encuéntrame afuera (reseña)

Encuéntrame afuera

Cristian Lagunas, joven escritor mexicano, nacido en 1994, nos presenta: “Espérame afuera”, su libro ganador del Premio Nacional de Cuento Joven Comala, 2020. La obra está compuesta por seis cuentos cortos: Parques lineales, No regreses a Tucson, Historia de la madera, Febriles, Deshielo e Intemperie.

En palabras del autor, nos comenta que existe una doble propuesta; por un lado, explorar el espacio literario, pero también aproximarse al interior de los personajes, este recurso se puede observar claramente en “parques lineales”, en donde el autor nos sumerge en la vida de un joven que logra residir en Canadá gracias a una beca de estudios; sin embargo, es otra la intención de su estancia… Allí, Lagunas, nos muestra ese mundo interior golpeado por la angustia y la desesperación del protagonista: “… ir a los más profundo de los miedos y de los andares…”, menciona.

A pesar de que es una historia lineal, el texto hace referencia a otros momentos de la vida del protagonista, lo que le permite tener una visión más amplia. Sin embargo, es la vida interna, el mundo interno o mejor aún: lo que sucede en el interior de Alfonso, nuestro protagonista, una especie de antihéroe.

Lo que hace sentir al lector, con los diversos recursos literarios, de los que hace gala ─con oraciones cortas que las utiliza para generar un desesperante ritmo─, es la angustia del personaje por encontrar a su sobrino, mientras nos pasea por la ciudad, una ciudad blanca, de hielo, lejana y casi desierta. A través de sus ojos nos relata un poco su historia: la tortuosa relación con la madre, con el hermano ─consentido de la madre─, la cuñada y el pequeño Olivier, su sobrino.

Menciona nuestro autor el viaje que sufren los personajes en cada cuento, o mejor sería decir: dos viajes, uno extremo, pero también uno interno; el primero marcado por el tiempo lineal y el segundo marcado por los acontecimientos que, quizá su mente, le va deparando. Y es justamente en este viaje interno que Cristian Lagunas nos sujeta de la mano y no nos suelta hasta dejarnos agotados emocional y físicamente. Por supuesto, los dos ámbitos se enredan como una serpiente que nos hipnotiza en cada apretón.

En otra historia de este magnífico libro, “No regreses a Tucson”, menciona algo sumamente interesante: es el impulso el tema que más me agrada, ese impulso que tienen o que no tienen las protagonistas, pero que en todo caso es, digámoslo así, lo que determina la acción y las consecuencias de la historia. La búsqueda de lo personal puede ser el factor que determine el impulso, o acaso también pueda ser el miedo o los deseos. Desde el otro lado, se podría asegurar que todo ser vivo necesita un motivo, pequeño o grande, fuerte o débil, pero la vida requiere de un hálito que te mueva, que te impulse.

Al leer el libro nos encontramos con una prosa que fluye y por supuesto se nota claramente un estupendo trabajo de edición, la sintaxis y la puntuación, aspectos que le resultan fundamentales al autor.

Como representante de la nueva literatura mexicana puntualiza que cada generación tiene su forma de relacionarse con el mundo, pero en su caso quizá la diferencia es que esta realidad presente es más digital y por ello es también mucho más efímero.

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