David Keith Lynch nació el 20 de enero de 1946 en Montana. Criado en una familia de clase media, desde niño sintió el llamado de lo extraño, de lo oculto tras lo cotidiano.
Sus primeros pasos en el arte lo llevaron a la Corcoran School of Art en Washington y, más tarde, a la School of the Museum of Fine Arts en Boston. Sin embargo, fue en Filadelfia, en una academia de Bellas Artes, donde la visión del fotógrafo comenzó a transformarse en la búsqueda de imágenes en movimiento. Así nació su primer cortometraje, Six Men Getting Sick, una pieza que ya anunciaba su universo onírico y perturbador.
En 1977, su primer largometraje, Eraserhead (Cabeza borradora), irrumpió en la escena cinematográfica de manera discreta pero impactante. Su atmósfera claustrofóbica y surrealista le otorgó un estatus de culto. Luego vendría el reconocimiento con The Elephant Man (El hombre elefante, 1980), obra que le abrió las puertas del cine comercial sin que por ello perdiera su esencia. La extrañeza poética de Blue Velvet (Terciopelo azul), la épica fallida de Dune y la pasión febril de Wild at Heart (Corazón salvaje) confirmaron su maestría en narrar lo bello y lo terrible con la misma intensidad.
En 1990, el mundo se sumergió en la bruma de Twin Peaks, serie que convirtió su nombre en sinónimo de misterio. Con su cámara, Lynch exploró carreteras sin retorno (Lost Highway), reveló verdades en lo cotidiano (The Straight Story) y nos llevó a un Hollywood de pesadilla en Mulholland Drive.
El 16 de enero de 2025, el cine perdió a su gran alquimista. David Lynch falleció en Los Ángeles, a los 78 años. En una de sus últimas entrevistas, confesó su fragilidad ante el tiempo y la enfermedad, pero eligió el refugio de su hogar para pasar sus últimos días.
El legado del director de cine, guionista, artista, actor y productor de música electrónica estadounidense; de ese genio y artista renacentista contemporáneo, reside en su capacidad para reinventar el lenguaje cinematográfico, fusionando lo onírico con lo cotidiano y expandiendo los límites de la narrativa visual con una estética única e inconfundible.
No perdamos la oportunidad de conocer el pensamiento del genio en primera persona:
La vida artística es una vida que se vive en torno al trabajo. Puede expresarse en cualquiera de las formas del arte: cine, pintura, litografía, música… Cada medio es infinitamente profundo y, cuando los conoces, te permiten ir más allá. Esa es la vida artística.
En el cine, muchos hacen películas principalmente para ganar dinero, lo que suele llamarse “entretenimiento”. Amo el dinero como todos los demás, pero probablemente haría las cosas que me gustan gratis.
Lo más valioso que podría impartir a los nuevos cineastas es lo siguiente:
Encuentra tu propia voz.
Sé fiel a esa voz.
Nunca renuncies al Final Cut1 (corte final) ni a la libertad creativa total.
Nunca tomes una mala idea, pero tampoco rechaces una buena.
Me gusta este proceso de pescar ideas2 que me enamoran y luego realizarlas. Me entusiasma cada paso de la creación. Cuando te sumerges en ello, fluyen más ideas y te adentras cada vez más en un viaje emocionante.
Todas estas formas de arte son excitantes para el alma. Si te apasionan las ideas que surgen de un amor profundo, encontrarás la manera de hacerlas realidad.
Hola a todos, mi nombre es David Lynch, y esta es mi MasterClass.3
1 El consejo acerca del Final Cut, muestra uno de los más grandes momentos de arrepentimiento del director, por no haber negociado “la última” palabra sobre el corte final de Dune, resultando en una película muy diferente a la que él quería hacer.
2 Sobre la pesca de ideas, hay toda una filosofía Lynchiana al respecto que se encuentra en su libro “Atrapa el pez dorado”.
3 Transcripción de: 1. Introduction: The Art Life, MasterClass, David Lynch.
Estudió en la Facultad de Música de la UNAM. Debe su formación como escritora al taller Gesta Cuentos, del que también fue co-coordinadora. Escritora publicada Ganadora del concurso interno de poesía de la Academia Literaria de la Ciudad de México, de la cual es miembro titular desde 2021. Karla es creadora del taller Cuentoskopía y de la revista “Tinta y Celuloide”.