Salimos a buscar luciérnagas,
en un intento
de encender con su luz
nuestros problemas.
La noche nos miraba
sin estrellas.
Las palabras fueron oscuras,
rápidas, hirientes
como mosquitos.
Las Leónidas cayeron
en un mes
que no fue noviembre
bañando nuestros rostros
al romper las promesas.
Al final, nos expulsó
la madrugada
sin mostrarnos
una sola
luciérnaga.



