Sin ganas de irse – Enamorado de las letras

Guillermo Torres es un amante de las letras. Pese a que en el ámbito profesional se decantó por la economía, nunca abandonó el gusto por lectura y la escritura que surgieron en su primera juventud.

Por eso, a la par de números y datos ha creado proyectos literarios como Gesta Cuentos y Letras en su tinta para dar cauce a su placer por la creación de historias.

Ahora nos presenta Sin ganas de irse, su segundo libro de cuentos en el que compila 33 historias que surgieron en los últimos cinco años.

¿Cómo nació tu amor por las letras?

Siempre había tenido la inquietud. Estudié en el CCH Sur y había dos materias que me encantaban: redacción y lectura. Toda la vida he pensado que el nivel medio superior debiera ser una etapa de enamoramiento para la cultura y para la carrera, pero la mayoría de las materias no se ajustaban a ese objetivo, a excepción de esas dos. Ahí leí cosas contemporáneas y me empezó a gustar, le agarré el modo y el bachillerato logró su cometido: me enamoré del conocimiento. En este caso quedé prendado de la literatura y era tan fuerte la atracción que dices “quisiera escribir algo”. Entonces empecé a hacer cosas, paré en grupos juveniles de la iglesia, hicimos una revista en una parroquia. Fue un tiempo bonito y ahí uno escribe por puro gusto.

Dicen que uno escribe para responder preguntas o cuando menos para planteárselas, ¿en tu caso ha sido así?

No es la intención primaria, pero obviamente cuando quieres escribir sobre algo debes pensarlo, es el primer paso. La cuestión es cómo lo hago. Escribir no es tanto problema, porque eso nace cuando tienes la inquietud y de casi cualquier cosa que ves en la vida quieres opinar y ahora sí, piénsale.

¿Ves algún paralelismo o algún a punto de contacto entre la economía y la literatura?

En mi trabajo me dedico a la estadística, me gusta mucho programar y para hacerlo tienes una base de datos que necesita una salida. ¿Cómo conviertes esa maraña de datos o esa cantidad enorme de información en algo sencillo? Y antes de convertirlo debes preguntarte qué quieres, qué información de salida necesitas y cómo la necesitas. No hay recetas para eso, entonces debes imaginar tus alternativas. Tengo que meter una fórmula que busque esta información de manera fácil, rápida y la ponga en los cuadros de salida. En las historias es algo parecido. Obviamente, la manera de hacerlo es diferente, hay un lenguaje particular, pero tienes una historia, un nudo y debes resolverlo. En ese sentido, me parece que son los puntos en donde coinciden la economía y la literatura.

¿Qué libros son los que te han marcado?

Fíjate que siempre he tomado transporte público, me gusta mucho y de repente lees una novela y en el camino piensas qué estará haciendo ahorita el personaje. Considero que hay dos tipos de historias: una, con la que brincas de alegría, es maravillosa; otras, las lees y quedas impactado, en shock, no atinas qué pensar de eso y se te quedan en la mente. Le das vueltas y vueltas, entonces el conocimiento aterriza de a poco. Eso me pasó con Crimen y castigo, una de las primeras novelas que leí, y me encantó.

Tu libro se llama Sin ganas de irse, que alude a un deseo de seguir viviendo, de estar aquí. Tuviste una enfermedad que te mantuvo en el hospital, ¿pensaste en la muerte?

Obviamente, hay todo un proceso de madurar, de procesar y reflexionar en qué situación estás en tu vida. Te afecta terriblemente, duele, imaginas que pronto va a llegar el fin, sientes esa inquietud. En esos momentos mi esposa me preguntó: “¿Qué quieres hacer?”. Y respondí: “Me gusta mucho mi trabajo, amo escribir, me encanta lo que hacemos en Letras en su Tinta, estar contigo, con mi familia. No quiero cambiar nada. Si la pregunta es ¿quieres dejar de trabajar para que estés tranquilo en casa y disfrutes tus últimos días? Le dije no, no quiero hacer eso, porque no me sentiría tan libre, sería no vivir”.

Después, en cierto momento me vendí la idea de que todo era parte del proceso de la vida y verlo así me tranquilizó, pero mientras sucedía, quería reflejarlo de alguna manera, entonces, pensé en recolectar algunos cuentos que tenía para hacer mi segundo libro.

No es que los haya escrito pensando en mi enfermedad, son historias que recopilé de los últimos cinco años y salieron más de 100, pero hicimos una depuración y quedaron 33.

El cuento que da título al libro es la historia de un hombre que, sin saberlo, conoce o cree ver a la muerte, quien está ahí para llevárselo a él, pero por alguna razón tiene un tiempo extra de vida, ¿crees en las segundas oportunidades?

Sí, claro, y en las terceras. Me parece que esta historia tiene que ver con la profundidad, con el ánimo de vivir y con lo que llamamos milagro. Si existen, a mí me lo concedió.

La historia es justamente sobre un hombre que ve a una mujer que nadie más la ve, sólo él, y se da cuenta de que recorre los pasillos del hospital, que cuando ella aparece ciertos enfermos ya no están al siguiente día, y le empieza a caer el veinte. Parte de este cuento es real, pero también es importante la fantasía.

Las temáticas son distintas entre los cuentos, pero ¿dirías que hay algún hilo conductor entre todos ellos?

Me parece que hay grupos. Curiosamente la única materia que reprobé en el CCH fue historia, pero me gusta mucho y en el libro hay varios cuentos dentro de ese rubro. Para hacerlos tienes que investigar bastante, aunque, obvio, no incluyas todo lo que indagaste. Hay otros con un matiz netamente personal, en los que combinas un poco la fantasía con la realidad, y unos más tienen un enfoque social. La idea era agruparlos y que no se sintieran dispersos.

Mencionemos algunos ejemplos. ¿Acaso no lo merecemos? es una historia muy triste, opresiva y tiene una frase brutal: “¿Dónde se quebró la esperanza?”.

Hay vidas terribles en las que no sabes en qué momento, quizá, te moriste y ya no hay nada para ti. Una historia similar la escuché en las noticias y es de esas cosas que por alguna razón se te quedan, tal vez porque te imaginas el sufrimiento que viven. Es como el suicidio: cuánto dolor trae la gente encima para llegar a esa conclusión, ya perdieron toda esperanza y es algo sumamente cruel. La vida a veces golpea muy fuerte a la gente.

Otro cuento es El hijo consentido

Es una historia muy chistosa porque, efectivamente, estábamos cuatro hermanos y se dio una discusión absurda de quién había sido el preferido de mi papá. Me sorprendió que todos pensaran, incluyéndome a mí, que cada cual había sido el consentido de mi padre.

Mi papá era un cuate duro, se quedó con muchas responsabilidades y nunca huyó, y eso es meritorio. Entonces, lo recuerdo como una persona dura, pero no había manera de que no fuera así, necesitaba ese carácter para sobrevivir y sacar adelante a sus hijos.

En algunos cuentos aplicas lo que se conoce como la vuelta de tuerca…

Efectivamente. En los cuentos decimos que hay dos historias que se cuentan de manera paralela. Una, como el mago, le vas mostrando el truco al lector y otra, corre por abajo. En el libro hay un relato que se llama Ariadna y sus tías, el cual es un ejemplo clásico de ese tipo porque vas sembrando ciertos elementos a lo largo de la trama y sorprendes con un final inesperado.

El cierre del libro es divertido con el cuento de Sueños en la vecindad, donde los rumores suplantan la realidad…

Tuve la oportunidad de vivir alrededor de diez años en una vecindad y ves muchas cosas en ese espacio. Obvio, los chismes eran cosa de todos los días. Y me impresionaba cómo una cosa pequeña la vuelves gigante a través de la exageración. Ahí lo padre es la manera en que se van desarrollando los hechos, cómo una cosa lleva a otra y al final otra vez se presenta la vuelta de tuerca.

¿Por qué te gusta el cuento como expresión literaria?

Es curioso y yo también me lo pregunto porque lo que más he leído es novela. El cuento es un chispazo, tiene sus detalles y es muy diferente a la novela. En un cuento lo importante es el latigazo, intentas contar una historia corta que tenga impacto, relevancia. Y la novela es como un árbol, cuyo tronco es la historia principal, pero con un chorro de ramificaciones. Para escribir una novela necesitas tiempo, incluso, sabemos de grandes novelistas que se encierran durante una temporada para escribir, pero no todos tenemos esa opción. Estoy escribiendo una novela que espero terminarla lo más pronto posible.

El 24 de enero habrá un círculo de lectura de este libro, si deseas participar envía mensaje al 55 3074 9343

Por aquí una muestra: 

 

 

Comparte:

Más:

Esmeralda

Desde ese día dejamos de ser Rubí y Esmeralda. Tu ausencia no solo fue en mi nombre, también en cada celebración que cesó. La Navidad no existe y nuestro cumpleaños es una fecha de luto.

Noche sin luciérnagas

Salimos a buscar luciérnagas, en un intento de encender con su luz nuestros problemas. La noche nos miraba sin estrellas. Las palabras fueron oscuras, rápidas, hirientes como mosquitos. Las Leónidas

Inscríbete a nuestro boletín

COMUNIDAD

Tenemos charlas, dinámicas, lecturas, camaradería y mucho más. Todos relacionado al apasionante mundo de la letras