LA PESTE DEL ODIO

¡Malditos!, son las seis de la mañana y ya iniciaron con su escándalo. Pero hoy renuncio; no me levantaré, aunque aúllen y ladren como bestias que son. ¿No se cansan de andar como idiotas poseídos? Ayer dormí mucho después de mis oraciones, esperando a los últimos y, más tarde, los ruidos de casa; lo que me recuerda que debo comprar más veneno y veladoras, aunque no coma pan esta semana, la virgencita no puede quedarse a oscuras, ni yo tampoco… Otra vez. ¡Cállense malditos! Los odio, de verdad que los quisiera ver muertos, con qué gusto les pondría un plato lleno de veneno.

Hizo frío anoche, bajaré la cobija de invierno, así amanezca sudada y deba bañarme antes de misa de ocho. Ayer Cuquita no se me quiso acercar, la oí cuchichear algo sobre mí, clarito la escuché, debe ser algo de mi peste, ¿qué quiere, que me bañe diario?, como si no pesaran las cubetas. Ya la quiero ver cómo la consigue, porque yo ni loca pido favores a los vecinos; con su carita de mustia: “un poquito de agua, por el amor de Dios”; y luego cargarla y bañarse, con lo fría que está en estos días. Ay, Dios mío, calla a esta loca de mí. Pero es que estas bestias me ponen los nervios de punta.

Creo que es hora de levantarme. No me bañaré tampoco esta semana, que se friegue la Cuca, si no me quiere saludar ni modo, yo sí le daré un abrazo con todo gusto, cómo carajos no. Pero antes, iré a levantar las porquerías que dejaron los patanes que pasean a sus perros por mi casa. Cobardes, tengo que estar allí en el zaguán todo el día, aunque ni eso los ahuyenta, para que dejen de pasar por aquí; los muy sinvergüenzas se voltean para no saludarme y otros hasta se persignan delante de mi casa: idiotas; si es un chiste no lo entiendo. Desgraciados.

Mierda, mierda, mierda por todos lados, es lo que voy a encontrar en cuanto salga, ¿no saben hacer otra cosa, no podrían dejarme al menos una bolsita de pan? Me niego a recogerla. ¡Renuncio!

Ni se acalambra con mi presencia este escuincle que ve cagar a su perro y no la recoge. Está bien, que se mueran con la mierda hasta el cuello. Me voy a misa. La semana pasada las ratas no se comieron un pedazo de pan, hay que cambiarles el veneno; estos perritos de casa no tienen el olfato cebado, voy a tirarlo afuera. Que Dios me perdone, pero a ver si así entienden.

Otra vez llegué tarde, ya están en la comunión; me quedaré acá atrás, no estoy de humor para que me echen sus miraditas de reproche, suficiente tuve con el ruido de las ratas en la noche y los ladridos de la mañana. Ahí está la Cuca, dando mano y beso la hipócrita: ¡Eres de los peor!, yo si te conozco. En cuanto den la bendición me acercaré a abrazarla: hoy ni yo soporto mi hedor, va a ver lo que es la verdadera peste.

No es posible, deberían cambiar a este sacerdote, otra vez la misma lata. Ya se volvió costumbre. Si es una broma, la verdad es que no la entiendo. Segurito la Cuca está detrás de esto, me las va a pagar, sino: ¿Quién carajos manda a pedir cada mes por el descanso de mi alma? Desgraciados.

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