Inseparable compañía

Fibromalgia

                                                  “Es una compañía ineludible e inasible,
                                                  concreta, que me cubre como coraza…”
                                                   — Diario del dolor, Brenda Navarro


Cuándo cumplí cincuenta años, sentí por primera vez, su llegada, se manifestó
como melancolía, donde añoras “sentirte bien”.

Tiempo después, se instalaron varias sorpresas, no fueron regalos de cumpleaños y navidad que te hacen feliz.

Recuerdo que un lunes al despertar tuve la sensación de no tener un sueño reparador, se dificultaba realizar actividades cotidianas en el trabajo y hogar con un cansancio crónico, pensé que pasaría con una siesta vespertina, al terminar las actividades en el hogar con los hijos, pero no fue así. Se agregó la melancolía, el desánimo y a veces la apatía, con ganas de quedarme dormida para siempre.

Nunca sentí la necesidad de provocarla, sino simplemente dormir y descansar. Poco a poco este dolor lo percibí como una coraza en los omóplatos más cargado a la derecha, irradiado a hombros y se incrementaba al realizar las actividades laborales y domésticas.

Al paso de los días, el dolor no desapareció, intuí que algo andaba mal. Empecé a contar los eventos que se fueron sumando a mi cuerpo en esos seis meses: sueño no reparador, cansancio físico crónico, entumecimiento de piernas, tristeza y para colmo, la coraza que ya estaba instalada en la espalda y en los brazos.

Cómo médica, consideré que lo más indicado era ser evaluada por la experta, por lo que acudí con la Reumatóloga por el dolor óseo y muscular incapacitante. En la consulta, le expliqué que tenía este dolor instalado en la espalda sin causa aparente, después de escuchar el motivo de consulta, la doctora me pidió que retirará la blusa y me colocará de espaldas. Me preguntó dónde más dolía, le señalé en la espalda dónde era el dolor, solo tres puntos gatillo tocó y grité.
─Puedes ya ponerte la blusa, dijo la doctora.

Todavía no me sentaba cuando sin preámbulos, dijo estas palabras:
─Tienes Fibromialgia, no se cura, es para toda la vida, solo se controla.
Sentí una cubeta de agua con hielos en los tres puntos gatillo. La médica tranquila tomó su recetario y prescribió ocho medicamentos entre los que estaban antiinflamatorios, analgésicos y antidepresivo.
Aclaro, que solo los tomé por un mes. Un día al verme al espejo dije “no voy a estar toda la vida con medicación”.

Al poco tiempo, acudí con la endocrinóloga y bajé 20 kilos de peso en un año, porque estaba en sobrepeso. Inicié ejercicio por indicación de ortopedia, disminuyó el dolor de espalda, rodilla y cadera. Mejoró mi calidad de vida. Pero, como lo escribí al principio, es mi inseparable compañía, volvió a hacer de las suyas, porque no descansa, de hecho, nunca desapareció. Aprendí a convivir con el.

El dolor espera a que bajes la guardia para manifestarse y recordarte que sigue presente en la vida en forma de coraza que te hace sentir 20 años más vieja. Esto sucedió en la pandemia. Recuerdo que fue al regreso de un viaje en octubre 2021, se instaló día a día, su
clímax fue en enero de 2022. No podía levantarme de un tirón, me incorporaba en pausas, como si fuera destrabando los engranajes que une a la coraza para seguir manteniéndome unida a la cama con dolor.
La contractura matutina con su crujiente sonido agudizando el dolor, miedo y frustración con esa sensación de no querer quedarme para siempre en sus garras. Como en antaño había funcionado, me puse las pilas internas, busque asesoría de nutrición y terapia física, para bajar de peso, porque sé que el sobrepeso aumenta el dolor articular y muscular, este dolor no permite realizar actividad física menos caminar ni desplazarse dentro y fuera de la casa.

He bajado quince kilos en un año, con ayuda nutricional y de rehabilitación física. En esta época de mi vida se ha sumado el proceso de envejecimiento intrínseco al ser humano y mis articulaciones no están exentas de este envejecimiento y como las dejé de usar, dejaron de ser flexibles. Aquí y ahora sigo conviviendo con este dolor, peleándonos para saber quién lleva el mando: el dolor o yo. A veces vence el, otras yo… Parece esto una historia sin fin. De mi depende hasta donde la quiero estirar o ceder.

Yo puedo tener el control y el dolor lo tendrá cuando se lo otorgue o me muestre indiferente ante su insistencia. Lo que me tranquiliza en ese afán de vencer el dolor, es que a los dos nos liberará la muerte, de esto estoy segura, aquí nadie ganará. Mientras llegue ese momento no bajaré la guardia, porque sé que cuando esto pasa, aparece pavoneándose en mis coyunturas, huesos, músculos…

Acerca de la fibromialgia es un padecimiento caracterizado por dolor generalizado, con respuestas aumentadas a estímulos percibidos como nociceptivos y síntomas somáticos. El dolor es crónico, asociado o no a rigidez articular, habitualmente con fatiga, trastornos del sueño, disfunción cognitiva y depresión. Cursa con anormalidades bioquímicas, metabólicas y genéticas, carece de biomarcador y de
evidencia de alteraciones de la conectividad funcional y química en el sistema de procesamiento cerebral. Por este motivo los estudios de laboratorio son negativos, se solicitan para descartar otras patologías autoinmunes.

La palabra fibromialgia se deriva del latín “fibra” (fibra) y del griego “mío” (músculo) y algia (dolor).

En 1815, un cirujano de la Universidad de Edimburgo, William Balfour, ya describió la fibromialgia como nódulos en el “músculo reumático”.

El Dr. Kahler Hench utiliza, en 1903, usa el término fibromialgia para describir el dolor muscular sin inflamación. Estos investigadores, junto con otros autores, como Yunus o Goldenberg, fueron los responsables de definir el primer conjunto de criterios diagnósticos de esta enfermedad. En concreto son: el dolor generalizado de más de tres meses de duración, la alteración del sueño acompañada de la fatiga y rigidez matutinas y el descenso generalizado del umbral para el dolor provocado.

En el año 1990 la Academia Americana de Reumatología publica los primeros criterios diagnósticos consensuados.

En 1992, en la Declaración de Copenhague (Dinamarca), la fibromialgia fue reconocida como enfermedad por la OMS, tipificándola con el código M79.7 en el manual de Clasificación internacional de Enfermedades.

El día 12 de mayo ha sido designado como el Día Internacional de la Fibromialgia, conmemorando el nacimiento de Florence Nightingale, afectada por la enfermedad y que fue pionera de la enfermería moderna y figura decisiva en la creación de la Cruz Roja Británica.

Es una de las enfermedades que tiene mayor impacto en la calidad de vida de los pacientes. Estos refieren una gran repercusión en sus vidas en lo que se refiere a capacidad física, intelectual, emocional, social y laboral.

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